Cuando cierro mis ojos, en todas las Nochebuenas que recuerdo, la misma imagen se abre paso desde lo profundo; mi madre, mis hermanas y yo alrededor de una mesa en el piso de la luna. Del mismo modo recuerdo el día de Navidad, en casa de mi abuela con el resto de la familia. Con el paso del tiempo, aquellas cenas y comidas han ido cambiando, algunas de aquellas personas ya no están con nosotros y otras han aparecido de manera tal, que todo queda equilibrado de nuevo. Hoy recuerdo cuantas veces nos reimos y replicamos a la eterna cantinela de mi abuelita, cuando llegado el turno de las estrenas, decía:
-Tomad las estrenas, que quizá esta sea la última vez que pueda daroslas.
Todos frunciamos el ceño como si quisieramos ignorar el tajante paso del tiempo, y las nuevas arrugas que condecoraban el rostro y las manos de mi abuela.
Mi abuela, como todas las abuelas del mundo, era dulce en el hablar, pulcra en el vestir y en su casa, amable de gestos y detalles y devota madre, abuela y cristiana. Los preparativos de las fiestas de Navidad para ella eran siempre los mismos, sus movimientos precisos para no olvidar nada (paradojas del destino, sufrió en sus últimos meses de vida un Alzheimer bestial) el belén, el arbol para los escépticos, los dulces caseros. el cava cordón negro, el arreglo para el puchero, la estufa de gas a punto, las estrenas en billetes nuevos, los regalos para pequeños y mayores de la familia, el nuevo mantel de ganchillo para la parroquia y sobre todo su espíritu navideño.
Hace ya 9 años que murió, tantos como mi sobrino querido, que hubiese suplido con su nacimiento la falta de aquella mujer adorada, dándonos de nuevo el equilibrio. No pudo ser, y desde entonces ambos velan por el resto de la familia, y nos acarician con los suaves recuerdos de antaño. Hoy os recuerdo con especial desasosiego por lo que podía haber sido y no fue ni será mas.
Dolores Pons Roc, Pablo Miró Merino os llevo en mi corazón y no os olvidaré nunca.
FELIZ NAVIDAD
Foto: Belén de Pin y Pon propiedad de nuestro hijo por Lenore