Leo Delibes (Dueto de flores de Lakme)
Para nada...es sed de sexo.
Esa necesidad que nace de repente en el interior y que va creciendo conforme el ser deseado deambula por la casa. Lo hueles, le intuyes oyendo sus pasos de una estancia a otra, escuchas su respiración en la cámara continua, sus carraspeos, le oyes tararear una canción a lo lejos sintiéndolo como si te susurrase al oído. Mientras va calentándose tu sangre, pasan las horas y va dejándose caer el sol lentamente en el horizonte, y en tu cuerpo por detrás del ombligo acercando sus llamas al receptáculo donde prende y lanza destellos. Su solo roce cuando pasa a tu lado te parece incitante, suave y breve, nada mas lejos de la realidad, es fortuito. Piensas en la piel tibia, aterciopelada y aromatizada con el perfume del deseo, te invade sin darte tiempo a ser racional. Ya en la madrugada deseas volar al lecho, sin siquiera haberle tocado pero con su cuerpo en la memoria, anatómico que guarda tus formas y se amolda a ellas. Te das una rápida ducha para relajarte y borrar todo rastro de memoria sexual, pero todavía conservas la infinita ansia y la sed acumulada en las últimas horas. Obligas al otro a dejar sus quehaceres y entretenimientos, acechándolo, dirigiéndolo. Le oyes levantarse...pasos, se acerca...Apaga la luz y hablamos del tiempo...(hoy no va a ser) enreda sus piernas a las tuyas (lo sabe, escucha mis silenciosas súplicas) bajas lentamente hasta mas allá de su ombligo, te entretienes...Sus manos lentamente se ciñen a tu cuerpo y te guían hasta situarte por encima de el, buscamos ambos...encontramos ambos...mi cuerpo queda completo, ya no siento sed...solamente siento y mucho...