Hace unos días tuve el "inmenso placer" de acompañar a mi hijo a la excursión de fin de curso, completando así el ciclo de infantil.
La mañana comenzó con los nervios de la preparación, que si la mochila, la comida, las chuches, la bebida, la gorra y un largo etcétera. A las 8,45 estábamos preparados con las cámaras de fotos como 2 exploradores, preparados para (como dice mi niño ir de aventura). Subimos al autobús cogidos de las manos, la de el estaba pegajosa por el sudor y apretaba la mía como si me pudiera escapar. Cada niño con su padre-madre, muchas sonrisas e ilusión. Después de 1 hora larga de autobús, de haber pasado por un largo túnel (que los niños celebraron cantando la canción de bob esponja) y de algún mareo con vomitona incluida, llegamos al safari. Y así desde el autocar, vimos muchos animalitos. A cada uno que veíamos las bocas de los chiquillos se abrían asombradas y los ojos abiertos para no perder ni un sólo detalle. Aquí os dejo algunas fotos, disculpad porque la calidad deja bastante que desear (están hechas a través de las ventanillas de autobús).
Bambi y su mamá antes del "accidente"
A lo memórias de África
Uno venido de la India para la ocasión
Cabra y no precisamente la de la legión
Más cabras triscando.
Cucú ¿Quién soy?
Exacto, un pavo real.
Un safari sin monos es como un cole sin alumnos.
¿Camello o dromedario?
A este elefante le picaba todo.
Hipos, vamos al agua a refrescarnos.
Jirafas, algo mas que una amistad.
No soy foca, que soy león marino.
Eso es to... eso es to... eso es toodo amigos.
-
Además estuvimos comiendo estilo picnic, que tanto les gusta. Al volver todos cerraban los ojos cansados, estaban sucios, olían a rayos y algún que otro rasguño, pero todos dibujaban una gran sonrisa ¿Qúe mayor recompensa?
Espero que no os haya aburrido mucho, este episodio de "La gran aventura de ser padres".