Cucú ¿Quién soy?
Eso es to... eso es to... eso es toodo amigos.
Cucú ¿Quién soy?
Eso es to... eso es to... eso es toodo amigos.
Ya, ya se que es el sueño de muchos, y yo normalmente no suelo quejarme del rumbo y velocidad de mi vida. Pero estoy pasando una temporada en que, a pesar de no ser especialmente mala, pasa muy lentamente. Debería haber una manera de hacer que los mejores momentos se ralentizaran y los malos o aburridos corrieran, de manera que ganásemos tiempo de unos para poder alargar los otros, o en su defecto tener mas tiempo para dar entrada a mayor cantidad de mejores momentos. Aunque pensándolo bien quizá no sea tan buena idea, y debamos contentarnos con el tiempo de nuestras vidas, quizá tenga un mecanismo que regule los buenos y malos momentos, ya que si dispusiésemos de muchos "mejores momentos", estos acabarían convirtiéndose en aburridos y monótonos a la larga.
Si, decididamente me quedo con mi vida y su tiempo, porque a pesar de todo me gusta, me llena y me satisface.
Y vosotros, qué pensáis?
Hace unos días, leyendo cuentos en el blog "365 contes", decubrí uno en particular titulado "la capsa de les històries" (preciosos los cuentos de su autor Joaquim Valls) que me hizo recordar mi caja de recuerdos. Un par de días después, en el blog "Mar i cel" leí un post, sobre cosas que guardas a lo largo de tu vida, y de que un día te cansas y decides deshacerte de ellas. Es lo que yo hice con mi caja de recuerdos.
Ayer mismo el peque, nos pedía una de éstas cajas tan especiales.
Aquella caja era metálica, cuadrada, de aquellas que en su interior habían contenido infusiones, de una conocidísima marca de te. Me la regalaron en el colegio, mejor dicho me la llevé como pago a la limpieza de la pizarra de mi clase. En ella recuerdo perfectamente que guardaba entre otras cosas, un sobre de cromos de "Heidi" de aquellos que regalaban por la compra de yogur, un juego de aquellos en que tenías que encajar piezas geométricas en su correspondiente lugar sin tocarlas (había que ir inclinando la cajita que las contenía), un sacapuntas metalico que simulaba un reloj antiguo, un par de flores regaladas en mi cumpleaños por mi madre y secadas con laca, un par de cochecitos metálicos minúsculos que iban dentro de una bola de plástico (el huevo Kinder de mis tiempos) que me compraba mi madre en el mercado del pueblo, un poema de "Gustavo Adolfo Béquer" transcrito por mi hermana Cristina...y algunas, muchas cosas mas.
Me he dado cuenta, que aunque desaparecida la caja, sigo recordando lo que contenía y me sigue despertando los mismos sentimientos, las mismas emociones, recordando aquellos objetos y las circunstancias en que llegaron a mi. Creo que aquella caja, no ha desaparecido del todo, se hizo intangible y anidó en mi alma, y continuó guardando recuerdos en pequeños compartimentos estancos, en los cuales viven los sentimientos en estado puro y en distintas intensidades. En ellos guardo: el primer beso de amor; la primera vez que vi a mi mitad; aquellas palabras y frases varias, de ánimo, de amistad, de amor escuchadas con auténtico deseo; el 30 de julio o la primera vez que entre los dos fuimos uno; el día que atravesé el portal de la casa materna para entrar por la de mi hogar; el nacimiento de nuestro hijo (que deseado que ha sido el jodío)...y así hasta la actualidad. No me hace falta aquella caja material.
Ahora cuando tengo un mal día, abro alguna de estas cajitas en mi alma y dependiendo del mal que sufra, hay uno u otro remedio entre todos mis recuerdos que me hacen sentir como en aquel momento, y hay que ver lo que reconfortan. Solo espero que cuando no recuerde que están ahí, si esto sucede alguna vez, tenga a mi lado a quien sepa recordarme todo lo que poseo en bienes intangibles.