Llaves de mi hogar por Lenore
Hace tiempo éstas llaves que os muestro, llevaban a mi hogar. En el viví durante 31 años. Y no sólo fueron buenos recuerdos, la verdad es que muchos de ellos son malísimos. Este cuarto piso tenía enfrente un campanario (sin campana) de un antiguo convento y el resto dejaba libre la vista, ningún otro edificio de altura considerable que me restara luz, ni impidiera mi vuelo al lejano horizonte.
Mis primeros años transcurrieron entre gritos y malos tratos (a mi madre a nosotras nunca nos maltrató físicamente), y los mimos que nuestra madre nos procuraba. Después desapareció de aquel hogar el cabeza de familia y las risas y la tranquilidad volvieron a las distintas habitaciones (fue la época mas feliz de mi infancia). Con el tiempo vi a mis hermanas crecer y encontrar a sus parejas. Mas tarde y de manera intempestiva irrumpió de nuevo en nuestras vidas el cabeza de familia, que había sufrido un gravísimo accidente de coche (que por desgracia no resultó mortal) y al que mi madre en una mezcla de buen corazón (mi padre no tenía quién cuidara) malos consejos (mi abuela le decía que seguramente habría cambiado) y una mezcla de amor-caridad cristiana, volvió a admitir en casa.
Con el tiempo descubrimos que aquella persona, seguía teniendo el mismo carácter y continuaba con sus mentiras y aventuras, eso si intentando someter a mi madre y a nosotras como si fuésemos títeres en un drama, esta vez triunfó el juicio y se fue del piso para siempre. Entonces tenía 16 años, y muchos traumas que continúan formando parte de mi vida.
De nuevo vuelta a la felicidad, mi madre solía decir "en casa no comemos, pero nos reímos mas..." la economía de la casa no era muy boyante, pero nunca jamás nos faltó de nada. Mi madre siempre peleó por nosotras, haciendo mil y un trabajos y siempre bajo las amenazas de mi padre que hasta hoy continua haciendo de nuestras vidas un auténtico martirio. Empezamos a trabajar y la cosa fue a mejor. Mi hermana se casó y la otra se independizó, yo conocí a la persona con la que después fundé mi propia familia.
Con todo ésto quiero deciros que hubo muy malos momentos y a la vez buenísimos que quizá con el tiempo vaya relatando, pero el peor de todos quizá fue la salida de aquella casa de mi madre y después la mía para no poder volver nunca. Para los que habéis llegado a éste punto os diré que aquel mi hogar lo ocupa mi padre y ya jamás podré volver a el, lo consiguió con engaños y mentiras. Decidí sacar de allí a mi madre para que el no la encontrara, ya que en teoría nos iban a tirar de allí. Cuántas veces he deseado poder volver a aquel "palomar" y poder encontrar a mi madre en bata, oliendo a guiso casero y maquillaje que siempre utilizó para camuflar su tristeza.
Hoy al hacer limpieza, en uno de mis viejos bolsos, aparecieron las llaves y con el regresaron los recuerdos, buenos y malos y recordé las lágrimas que dejó tras de si mi madre el día que cerró la puerta para no regresar jamás.
Querida vizcondesa de la Coquille, ya sabe que siempre digo que "Hay buenos momentos que también merecen ser olvidados" pues aplíquelo a los malos momentos también. Decirlo es fácil, hacerlo...
ResponderEliminarFrivolizaré un poco para quitar deamatismo a sus palabras. ¿Por qué el lindo gatito nunca se come al repugnante pajarillo cabezón? Siempre ha sido uno de mis grandes deseos.
Suyo, siempre,
Le marquis de Tourbat.
P.S.: luzca V.E. en su espacio virtual el camafeo de la Orden de..., que sea cual sea su nombre mañana lo sabremos. Pídame el original a mí, que soy el único que lo posee.
Una abraçada molt forta, per les dues.PEr la vostra valentia,per tot el que vau viure i perquè ara espero que hàgiu pogut trobar aquella pau que aconseguíeu quan ell no hi era.El món està ple de gent dolenta que l'únic que es proposa és amargar la vida dels altres,però saps què penso?Que tard o d'hora ho pagaran.Una abraçada molt forta bonica.
ResponderEliminarNo vull passar per aquí sense dir-te res, però no em venen les paraules. Potser hauries de tirar al mar aquestes claus ja, no?
ResponderEliminarPero esas cositas nos dan vida. Aunque no regrese.
ResponderEliminarEstupendo relato en cualquier caso, madame. La presencia de esa torre del campanario del antiguo convento continuó flotando sobre él como una sombra alargada hasta el final. Los recuerdos y la nostalgia siempre tienen algo de agridulce. Siempre deseamos regresar, aunque no hayan sido los años mas felices. Algo tiene el pasado que nos atrapa.
ResponderEliminarFeliz domingo, madame
Bisous
Una historia llena de valentía femenina. Os he imaginado sin él felices y contentas por la ternura con que lo has descrito.
ResponderEliminarEs sólo una casa Lenore, sí, sé que cuesta cuando es la casa donde te has criado, pero la hacía especial vuestra presencia.
Lo bueno es que tienes a tu madre y a tus hermanas y allí donde estéis vosotras estará vuestro hogar.
Un beso muy grande preciosa
Hogar es el lugar en que te sientes felíz. No el espacio físico.
ResponderEliminarEs como decir "la cabecera está donde está el rey". Hogar lo hacés vos, mi querida. Sos demasiado buena como para que alguien te estropee el día.
Tu madre y tus hermanas serán tu hogar siempre.
Besos, mi amiga
Me uno al comentario de Nina...
ResponderEliminarabrazos!!
Gracias por compartir vivencias tan personales e íntimas con todos nosotros.
ResponderEliminarSiento muchísimo que tuvieras que pasar por todo aquello.
Un beso enorme, guapísima.